Compañeros de tertulia,
hemos empezado fuerte este año, como todos, y me está siendo imposible ir a las tertulias que
estáis celebrando con el libro de Memorias de Adriano de Margerite Yourcenar.
No es lo mismo leerlo solo que leerlo y comentarlo con todos vosotros, pero voy
a intentar dar mis opiniones a través del blog.
Creí en un primer
momento que ya lo había leído. Algunas veces me falla la memoria y lo asocie
con “Juegos funerarios” de otra escritora, Mary Renault. Por lo tanto, este
libro es nuevo para mí, así que me dije ¡a disfrutarlo!.
De Margerite Yourcenar
ya he leído “Opus Nigrum”, no me enganchó al principio, pero después lo saboree
frase a frase, párrafo a párrafo.
Bueno, pasemos ya a
comentar lo que capítulo a capítulo me ha quedado de la novela “Memorias de
Adriano” de Margerite Yourcenar, invitándoos y suplicándoos que no me dejéis
solo en esta tertulia virtual.
I. Animula Vagula Blandula: (Mínima Alma Mía Tierna y Flotante, tomado de la primera frase del poema supuestamente compuesto por Adriano).
Animula, vagula, blandula
Hospes comesque corporis
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut soles, dabis iocos...
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Los versos de
Adriano, según una traducción que se atribuye a Cortazar, dice así:
Mínima alma mía,
tierna y flotante
Huésped y
compañera de mi cuerpo
Descenderás a
esos parajes pálidos, rígidos y desnudos,
Donde habrás de
renunciar a los juegos de antaño.
“Querido
Marco:
He ido esta mañana a ver a mi médico
Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por
Asia. El examen debía hacerse en ayuna; habíamos convenido encontrarnos en las
primeras horas del día”
Así
empieza “Memorias de Adriano”, con forma de carta dirigida a Marco (Marco
Aurelio), una técnica difícil de escritura, que Margerite Yourcenar la borda.
“Pero ya no cuento, como Hermógenes
finge contar, con las virtudes maravillosas de las plantas y el dosaje exacto
de las sales minerales”
“Perdono a este buen servidor su
esfuerzo por disimularme la muerte.”
En estos pasajes se muestra Adriano (el Adriano de
Yourcenar) ante Marco como un hombre enfermo que pone sus cuidados en manos de
Hermógenes el médico imperial.
“Pero de todos
modos he llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una
derrota aceptada”
“La renuncia a
montar a caballo es un sacrificio aún más penoso: una fiera no pasa de ser un
adversario, pero el caballo era un amigo. Si hubiera podido elegir mi condición
habría elegido la de centauro. Las relaciones entre Borístenes y yo eran de una
precisión matemática: me obedecía como a su cerebro, no como a su amo.”
Todas las frases y párrafos que vamos leyendo se
convierten en enseñanzas de un emperador Adriano hacia un futurible emperador Marco
Aurelio. Hay que saber cuándo tienes que aceptar las derrotas, en este caso la
derrota del transcurrir del tiempo.
Así vamos leyendo y le
escribe sobre la comida:
“Comer demasiado es
un vicio romano, pero yo fui sobrio con voluptuosidad.”
“Cuando me creí próximo a la muerte
durante un reconocimiento o una expedición militar, me dije para reconfortarme
que por lo menos no tendría que volver a participar de una comida”
Sobre el amor, le habla
de una manera íntima:
“La técnica del
gran seductor exige, en el paso de un objeto amado a otro, cierta facilidad y
cierta indiferencia que no poseo; de todas maneras, ellos me abandonaron más de
lo que yo los abandoné; jamás he podido comprender que pueda uno saciarse de un
ser.”
“Un paso más, y hubiera aceptado la
ficción consistente en pretender que se seduce, cuando en realidad se domeña”
Margerite
Yourcenar crea a un Adriano transparente, donde a lo largo de la novela
transmite tanto sus virtudes como sus defectos, en forma de pensamientos, opiniones
muy íntimas sobre sus amigos y sus enemigos, como si fuera la transmisión del alma de un emperador que le está viniendo la
hora de la muerte, a otro que está en plena juventud.
Le
habla del sueño, como misterio, la bendición del sueño y lo malo de no
descansar debidamente:
“Pero lo que aquí me interesa es el
misterio específico del sueño por el sueño mismo, la inevitable sumersión que
noche a noche cumple osadamente el hombre desnudo, solo y desarmado, en un
océano donde todo cambia, los colores y las densidades, hasta el ritmo del
aliento, y donde nos encontramos con los muertos”
“Por lo demás la enfermedad y la
vejez tienen también sus prodigios, y reciben del sueño otras formas de
bendición”
“Todo hombre se avergüenza de su
rostro contaminado de sueño”
“Cuántas veces, al levantarme
temprano para estudiar o leer, ordené con mis manos las almohadas revueltas,
las mantas en desorden, evidencias casi obscenas de nuestros encuentros con la
nada, pruebas de que cada noche dejamos de ser…”
Evaluación
de la existencia humana: conocerse a sí mismo, la interacción con los demás y
los libros:
“Como todo el mundo, solo tengo a
mi servicio tres medios para evaluar la existencia humana: el estudio de mí
mismo, que es el más difícil y peligros, pero también el más fecundo de los
métodos; la observación de los hombres, que logran casi siempre ocultarnos sus
secretos o hacernos creer que los tienen; y los libros, con los errores
particulares de perspectiva que nacen entre su líneas.”
“La palabra escrita me enseñó a
escuchar la voz humana, un poco como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas
me enseñaron a apreciar los gestos. En cambio, y posteriormente, la vida me
aclaró los libros”.
“Pero los escritores mienten, aun
los más sinceros.”
“Los poetas nos transportan a un
mundo más vasto o más hermoso, más ardiente o más dulce que el que nos ha sido
dado, diferente a él y casi inhabitable en la práctica.”
“Los filósofos hacen sufrir a la
realidad casi las mismas transformaciones que el fuego o el mortero hacen
sufrir a los cuerpos; en esos cristales o en esas cenizas nada parece subsistir
de un ser o de un hecho tales como los conocimos”
“Los historiadores nos proponen
sistemas demasiado completos del pasado, series de causas y efectos harto
exactas y claras como para que hayan sido alguna vez verdaderas”
“Mucho me costaría vivir en un
mundo sin libros, pero la realidad no está en ellos, puesto que no cabe entera.”
Como conocer a los hombres:
“Casi todo lo que sabemos del prójimo es de segunda mano.”
“Pienso a veces que
los grandes hombres se caracterizan precisamente por su posición extrema; su heroísmo
está en mantenerse en ella toda la vida.”
“Pero el espíritu humano siente
repugnancia a aceptarse de las manos del azar, a no ser más que el producto
pasajero de posibilidades que no están presididas por ningún dios, y sobre todo
por él mismo.”
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