La obra con más de 600 personajes, reales, ficticios, con máscaras, imaginados, ausentes (Dulcinea), etc, etc, tuvo un infeliz contratiempo: El Quijote de Avellaneda, (¿natural de Tordesillas o aragonés porque escribía sin artículos?)
Avellaneda aborrecía a Cervantes tal vez influenciado por Lope de Vega, habla de Cervantes como manco, viejo, colérico, impaciente y envidioso.
¿Quién fue este personaje que rezumaba tanta tirria? No se sabe. Se atribuye a muchos nombres (Juan Ruiz de Alarcón, fray Luis de Granada, Tirso de Moliana???) Se sabe que hubo de ser un hombre piadoso, devoto del rosario, amigo de los Dominicos y con una razonable preparación teológica.
En manos de Avellaneda, Don Quijote se convierte en un loco desenamorado y soberbio y Sancho en un villano zafio, glotón y codicioso. Dulcinea desaparece y en su lugar surge una vieja prostituta llamada Bárbara.
Esto a Cervantes no le hizo gracia, por eso en el prólogo de la segunda parte avisa “del hámago y la náusea que ha causado otro Don Quijote” y otorgó a Cide Hamete el papel de garante de la verdad de la historia.
El nuevo Quijote cervantino abandona sus gestos de locura y Sancho crece en profundidad y nos dirá: “Bien sea venido, digo, el valeroso don Quijote de la Mancha: no el falso, no el ficticio, no el apócrifo que en falsas historias estos días nos han mostrado, sino el verdadero, el legal y el fiel que nos describió Cide Hamete Benengeli, flor de los historiadores” (II, 61).
Bibliografía: - El Quijote de Cervantes.
- Cervantes de Jean Canavaggio.
- El Quijote de Cervantes de Luis Gómez Canseco.
Bernardino
Bernardino
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