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jueves, 21 de abril de 2011

DOS QUE CABALGAN JUNTOS

A. De Hidalgo a Caballero:

El Héroe, un ser anónimo, “Pedro Alonso Quijano”, dejaría de ser lo que era para ser lo que había leído: “Don Quijote de la Mancha”.

“Del mucho dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio”. Por obra y gracia de  los libros Alonso Quijano se transforma en Don Quijote.

En el transcurso de la novela, la posición de Don Quijote deja de ser la de un agitador del mundo para convertirse en una víctima pasiva. Por eso al final y poco antes de expirar dirá: “Yo fui loco y ya cuerdo, fui Don Quijote de la Mancha y ahora soy Alonso Quijano el Bueno”

B. Un labrador, vecino suyo, hombre de bien:

Cuando Don Quijote hace la relación de cosas que ha de llevar consigo, se olvidó de incluir a su escudero. Es el ventero socarrón quien le señala su error y Don Quijote de termina volver a su casa y acomodarse del todo, recibiendo a un labrador pobre y con hijos, pero muy propio para el oficio escuderil, a quien se empeñará en educar y prepararlo para el futuro gobierno insular.

Su calidad de hombre bueno, su pobreza, la poca sal en la mollera y su ambición, son sus cartas de presentación. Detrás de él y a su lado marcha el conocido linaje de los Panza: “Sancho Panza me llamo a secas, Sancho se llamó mi padre, Sancho mi aguelo y todos fueron Panzas”. (II, 45)

No obstante los Panzas son garantía de fidelidad, honradez y limpieza de sangre. Eran villanos porque eran labradores pobres y comían torreznos, ajos y ollas podridas, pero eran limpios de sangre y tenían la condición de buenos, fieles y pacíficos.

Sancho, reconoce la locura de su amo, pero no le impide admirar su rango social y respetarlo por su generosidad e inteligencia, pues él que tiene más ingenuidad rayana en la tontuna, tiene también la lucidez de su inteligencia popular y refranero sabio

Cervantes se vera obligado a crear un “lenguaje pancito” que ira progresando con las enseñanzas de Don Quijote.

En la amistad de estos dos personajes, única y bien trabada, Cervantes opone el sentido común de Sancho a la locura de Don Quijote. Aunque los dos compartan una misma insensatez intercambiable. Sancho se quijotizará y Don Quijote se sanchificará, aun con pasiones propias y distintas, como la que Don Quijote “seco y enjuto” tiene por su rocín flaco y Sancho con su asno que no lo dejó de querer y cuidar.
Bibliografía:            - El Quijote de Cervantes.
                               - Cervantes de Jean Canavaggio.
                               - El Quijote de Cervantes de Luis Gómez Canseco.
Bernardino

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