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jueves, 1 de septiembre de 2016

Hola Compañeros. Ya estoy de vuelta de las vacaciones. ¿Qué tal todos vosotros? Espero que muy bien. Os remito un escrito sobre "el viaje o mejor decir... al regresar del viaje "

Cuando se vuelve de un viaje y uno le cuenta a alguien todo lo visto y visitado en su periplo por el mundo, cometerá un error en tratar de hacer ver a quien sea, su propia perspectiva de los sitios y las cosas tal como las apreció en el lugar mismo.

Cada cual lo verá según en el sitio en que esté situado. En su mente se reflejará una ciudad diferente. Un objeto con un símbolo distinto. La imaginación recorrerá lugares e itinerarios supuestos. Barrios con paisajes sin semejanza. Porque tú viaje se desarrolla solo en el pasado. Por lo tanto, ahora, lo qué ves está siempre a tus espaldas.

Ocurre que para no decepcionar a los oyentes el viajero describe las ciudades de las postales y no la que realmente han visto sus ojos; pero cada persona lleva en la mente una ciudad hecha solo de diferencias. Sin figuras y sin forma. Y cada uno/a las completa, las viste, las adorna, las sitúa a distintas alturas…

La mente del que escucha parte por cuenta propia, desmonta, reconstruye, sustituyendo elementos, desplazándolos, invirtiéndolos…
Por ejemplo: en la mente de un rey una flor se verá entre otras tantas flores y dentro de un inmenso jardín.
En la mente de un joven apuesto, un castillo se verá custodiado por valientes soldados y entre ellos estaría… él.
En la mente de una sencilla mujer, necesitada, es posible que sólo despertara su curiosidad algo relacionado con la carestía de las cosas y el modo de ganarse el sustento en aquellos lugares y, si la explicación es positiva, su mirada atravesará tundras, archipiélagos, cadenas de montañas…

Así como las postales no representan a la ciudad como es, tampoco lo que describas se entenderá como realmente tú lo quieres hacer ver.
Evocar tantos recuerdos te llevará a mezclar fechas y cambiar datos y elementos del relato en las descripciones.
Los gestos, las muecas, las miradas pueden servir tanto como las palabras.

Empezar a decir como debía ser la vida en aquellos lugares, el día a día noche tras noche.
Habrá gentes felices entre infelices… y en ella se irán dando forma a los deseos.


El viaje es: Un tiempo suspendido en mil reflejos. Que cambian según el itinerario cumplido al que cada día que pasa añade un día y su extrañeza. 

1 comentario:

  1. Las ciudades que visito las llevo en mi mente, yo comprendo que cada uno las ve de una forma, pero en el fondo todos apreciamos sus encantos. Me ha gustado.

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