Saramago
ha tejido una involuntaria trilogía sobre las pérdidas del hombre.
Tal vez sea el mito de la caverna de Platón el que ha
inspirado en la historia del pensamiento el mayor caudal de interpretaciones,
desde luego múltiples, dispares, enfrentadas. Podríamos hablar por tanto, y con
precisión, del mito del mito de la caverna. Y ello presuponiendo que tal mito
remite a una tradición antigua, oral, recogido de ámbitos externos al círculo
platónico, a la Academia.
Dante en su carta a Can Grande della Scala dice: “Muchas son
las cosas que vemos con el pensamiento y para las cuales nos faltan palabras;
defecto que reconoce el mismo Platón en sus libros al servirse de metáforas;
pues, gracias a la luz de su entendimiento vio muchas cosas que no pudo
expresar con palabras, sermone propio” 26 . Porque otra cosa sería recurrir a
alegorías como la de la caverna calderoniana (Segismundo) o la de la cueva de
Montesinos descrita en Don Quijote (II, cap. XXIII)