Un viejo que tenía una cara de mona, toda torcida hacia un
lado. Tenía los pies llenos de ampollas, estaba hecho polvo.
…la mirada del muchacho subió desde sus zapatos deformados
hasta las muñecas rojas de Bud, que asomaban por las rozadas mangas de su
chaqueta, atravesó su delgado pescuezo de pavo y fue a clavarse impúdicamente,
en sus ojos resueltos, sombreados por una visera rota.
Ed Thatcher, un hombre pequeño con un bigotito rubio y unos
ojos descoloridos… filas de camas bajo la biliosa luz de los mecheros, un olor nauseabundo, caras
gordas, demacradas, amarillas, blancas…
Las regordetas manos del barbero se hundieron en su
pelambre, las tijeras zumbaron como un
avispón detrás de sus orejas, unos dedos blancos le frotaban la barbilla. Miró el techo
donde cuatro moscas trazaban ochos alrededor de una mampara roja de papel
crepé.
El camarero tenía el pelo rubio y una cara ovalada entre
rosa y crema.
Desde el coche un hombre colorado, blancas patillas de
morsa, gritaba enfurecido.
Una mujer con el pelo recogido sobre la coronilla en un moño tieso,
vociferaba amenazando con el puño al hombre del auto.
Un hombre menudo, con andares de pato, y unas hebras de pelo
negro muy pegadas al cráneo abombado.
Laseñora McNiel tenía la nariz y la barbilla bien dibujadas,
de un color blanco perla. Una ondulada mata de pelo rojizo ceñía en lisos
bucles su frente alta y estrecha. Dos grises ojos, vivos y recelosos…
El señor Emery tenía una cara aplastada, con el pelo y las
cejas grises. Su mandíbula inferior avanzaba en forma de cuña.
Un viejo con perilla verdosa y una cara toda rayada
y retorcida como la raíz de un roble muerto