BIENVENIDOS A NUESTRO BLOG



¡BIENVENIDOS A NUESTRO BLOG!



Un espacio para compartir las actividades que realizamos unos cuantos locos por la lectura.



miércoles, 25 de noviembre de 2015

Un grito rompe el silencio.
¡Un llanto que parte el alma! Es la llamada de auxilio de la mujer maltratada, por un vil intimidador.
Por la furia desmedida y una ira incontrolada, del cruel torturador. 

La mujer desventurada, estremecida de susto, pide clemencia…
Un  manotazo, en la cara, es la ruin contestación.
Un insulto, en el oído, que humilla más que el dolor.
Un  dolor que se repite, una inquietud que no cesa, ¡el miedo que martiriza
cuando se cierra una puerta!

Una ofensa: miserable. Una maldad: sin razón. Un ultraje: sin pretexto.
Una infamia… sin perdón.
Vileza de un bravucón que se ampara tras el filo de un cuchillo o se escuda en la demencia, para mancillar adrede…
Una fiera ¡que se crece! con el terror que despierta.

Víctima de su agresor y de su triste infortunio, la desvalida mujer, ronda ciega, sin consuelo, en busca de alguna luz.
La boca, desdibujada con la herida lacerante y un gemido de tormento, chilla pidiendo socorro… mientras cae desfallecida.
Se está muriendo, indefensa, mártir del odio enconado de un homicida, villano, que no tiene compasión.

¿Dónde estáis que no acudís en ayuda gentes de bien, INSTITUCIONES?

¿No percibís la llamada de socorro de una mujer? 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Compañeros/as: hemos dado fin al interesante libro MEMORIAS DE ADRIANO. Donde se nos recuerda y alienta a seguir leyendo. <<La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana>>.
<<Un hombre que lee, que piensa o calcula, pertenece a la especie y no al sexo, en sus mejores momentos llega a escapar a lo humano>>.

Sigamos desgranando palabras.

Palabras que el viento escucha
Palabras que al viento vuelan
Palabras que con el viento se van.
Palabras, Palabras...

¿Alguien logrará entenderlas?

martes, 17 de noviembre de 2015

MARGERITE YOURCENAR. MEMORIAS DE ADRIANO. VI PATIENTIA

Resultado de imagen de adriano yourcenar    




VI  PATIENTIA; (inscripción de las monedas que Adriano acuña al final de su mandato) 

Adriano cuenta a Marco como prefiere la muerte a la enfermedad, hasta el punto de querer suicidarse:

            “Hace años, di mi permiso al filósofo Éufrates para que se suicidara. Nada parecía más simple; un hombre tiene el derecho de decidir en qué momento su vida cesa de ser útil. Yo no sabía entonces que la muerte puede convertirse en el objeto de un ciego ardor, de una avidez semejante al amor.”

            “Por una íntima contradicción, la ansiedad de la muerte sólo dejó de imponerse en mí cuando los primeros síntomas de mi enfermedad aparecieron para distraerme de ella. Volví a interesarme en esa vida que me abandonaba; en los jardines de Sidón deseé apasionadamente gozar de mi cuerpo algunos años más”
           
            “Estaba de acuerdo en morir; pero no en asfixiarme; la enfermedad nos hace sentir repugnancia de la muerte, y queremos sanar, lo que es una manera de querer vivir. Pero la debilidad, el sufrimiento, mil miserias corporales, no tardan en privar al enfermo del ánimo para remontar la pendiente; pronto rechazamos esos respiros que son otras tantas trampas, esas fuerzas flaqueantes, esos ardores quebrados, esa perpetua espera de la próxima crisis.”

            “El mal principal va acompañado de un cortejo de afecciones secundarias. Mi oído no es tan agudo como antes; ayer, sin ir más lejos, me vi obligado a rogar a Flegón que repitiera una frase, y me sentí más avergonzado de eso que de un crimen.”

            “Pero la solicitud de mis amigos equivale a una vigilancia constante: todo enfermo es un prisionero.”

Quiere que le "suiciden", menuda responsabilidad:

            “Para preparar mi suicidio necesitaba tomar las mismas precauciones que un asesino para dar el golpe.

            “Pensé primeramente en Mástor, mi montero mayor, hermoso sármata brutal que me sigue desde hace años con una abnegación de perro lobo y que a veces se encarga de velar a mi puerta por la noche. Aproveché de un momento de soledad para llamarlo y explicarle lo que quería de él. Al principio no comprendió; luego la luz se hizo en él y el espanto crispó su hocico rubio. Mastor me cree inmortal;”

“No ignoraba que Iollas había descubierto en el palacio de Alejandría la fórmula de los venenos extraordinariamente sutiles que en otros tiempos utilizaban los médicos de Cleopatra.”

“Me comprendió inmediatamente; me compadecía, aunque estaba obligado a darme la razón, pero su juramento hipocrático le vedaba prescribir una droga nociva a un enfermo bajo ningún pretexto. Negóse refugiándose en su honor de médico. Insistí, exigí, empleando todos los medios posibles para inspirarle piedad o comprometerlo; él ha sido el último hombre a quien he suplicado algo. Vencido, me prometió finalmente ir en busca de la dosis de veneno. Lo esperé en vano hasta la noche. Algo más tarde me enteré horrorizado de que acababan de encontrarlo muerto en su laboratorio, con una ampolleta de vidrio en la mano. Aquel corazón, puro de todo compromiso, había encontrado la manera de ser fiel a su juramento sin negarme nada.”

“El fin de Iollas, fiel a su deber de médico, me exhorta a satisfacer hasta el fin lo que el oficio de emperador reclama. Patientia… Ayer vi a Domicio Rogato, procurador de la moneda y encargado de una nueva emisión; le di esa divisa, que será mi última consigna.”

“La hora de la impaciencia ha pasado; en el punto en que me encuentro, la desesperación sería de tan mal gusto como la esperanza. He renunciado a apresurar mi muerte.”

Siguen creyéndole un dios, y a él le sigue gustando:

            “Te he dicho ya por qué esa creencia tan beneficiosa no me parece descabellada. Una vieja ciega ha llegado a pie desde Panonia; emprendió tan inmenso viaje para pedirme que tocara con el dedo sus pupilas apagadas; al contacto de mis manos recobró la vista, tal como su fervor lo había previsto; su fe en el emperador-dios explica el milagro. Se han producido otros prodigios; hay enfermos que dicen haberme visto en sueños, como los peregrinos de Epidauro ven a Esculapio, y pretenden haber despertado sanos, o por lo menos aliviados.”

            “No me comparan como antes a Zeus radiante y sereno, sin a Marte Gradivo, dios de las largas campañas y la austera disciplina, y al grave Numa inspirado por los dioses; en estos últimos tiempos mi rostro pálido y demacrado, mis ojos fijos, mi gran cuerpo rígido por un esfuerzo de voluntad, les recuerdan a Plutón, dios de las sombras.”

El dios Antínoo y su ciudad:

            “El culto de Antinoo parecía la más alocada de mis empresas, desbordamiento de un dolor que sólo a mí concernía. Pero nuestra época está ávida de dioses; prefiere los más ardientes, los más tristes, los que mezclan al vino de la vida una amarga miel de ultratumba. En Delfos el niño se ha convertido en Hermes, guardián del umbral, amo de los oscuros pasajes que conducen a las sombras.”

            “He vuelto a ver a Fido Aquila, gobernador de Antínoe, en ruta hacia su nuevo puesto en Sarmizegetusa.”

            “Cada tres años tienen lugar juegos conmemorativos en Antínoe, así como en Alejandría, Mantinea, y en mi amada Atenas. Las fiestas trienales se repetirán este otoño, pero no espero durar hasta el noveno retorno del mes de Atir.”

Sus fantasmas:

            “A veces, en contadas ocasiones he creído sentir el roce de una acercamiento, un ligero contacto, leve como el de las pestañas, tibio como el interior de la palma de una mano. Y la sombra de Patroclo aparece junto a Aquiles…”

            “Sólo me diferencio de los muertos en que me está dado asfixiarme todavía un momento más; en cierto sentido su existencia me parece más segura que la mía. Antínoo y Plotina son por lo menos tan reales como yo.”

Desconfianza en las teorías de la inmortalidad:

            “Puede ser después de todo que tengan razón, y que la muerte esté hecha de la misma materia fugitiva y confusa que la vida. Desconfío de todas las teorías de la inmortalidad; el sistema de retribuciones y de penas deja frío a un juez que conoce la dificultad de juzgar.”

Los sueños:

            “Durante ciertos periodos de mi vida he tomado nota de mis sueños, para discutir su significación con los sacerdotes, filósofos y astrólogos. La facultad de soñar, amortiguada des hacía años, me ha sido devuelta en estos meses de agonía; los incidentes de la vigilia parecen menos reales y a veces menos importunos que mis sueños”

            “Hace unos días estaba en el oasis de Amón, la tarde de la caza del león. Me sentía feliz, y todo ocurrió como en los tiempos en que era dueño de mi fuerza: Herido, el león se desplomó, para levantarse nuevamente mientras yo me precipitaba para rematarlo. Pero esta vez mi caballo, encabritándose, me tiró al suelo; la horrible masa ensangrentada rodó sobre mí y sus garras me desgarraron el pecho; desperté en mi aposento de Tíbur pidiendo socorro.”

            “También los presagios se multiplican; ahora todo parece una intimidación, un signo.”

La paciencia:

            “Mi paciencia da sus frutos. Sufro menos, y la vida se vuelve casi dulce. No me enojo ya con los médicos; sus tontos remedios me han condenado, pero nosotros tenemos la culpa de su presunción y su hipócrita pedantería; mentirían menos si no tuviéramos tanto miedo de sufrir.”

La vida:

            “La vida es atroz, y lo sabemos.”

            “Vendrán las catástrofes y las ruinas: el desorden triunfará, pero también, de tiempo en tiempo, el orden.”

El fin se aproxima:

            “Me felicito de que el mal me haya dejado mi lucidez hasta el fin; me alegro de no haber tenido que pasar por la prueba de la extrema vejez, de no estar destinado a conocer ese endurecimiento, esa rigidez, esa sequedad, esa atroz ausencia de deseos.”

            “Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño.”

            “Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos…”

           

           




lunes, 16 de noviembre de 2015

MARGERITE YOURCENAR. MEMORIAS DE ADRIANO. V DISCIPLINA AVGVSTA

V  DISCIPLINA AVGVSTA; (incripción que se podía leer en monedas y monumentos encontrados en Britania, a lo largo del Muro Adriano) .

Adriano comenta su gira oficial por Oriente: Grecia, Antioquía, Asia Menor, etc. Sigue haciendo reformas y cambios:

            “Hacía mucho que había concedido exenciones análogas a los médicos y profesores de todas partes, con la esperanza de favorecer el mantenimiento y el desarrollo de una clase media seria e instruida. Conozco sus defectos, pero un Estado sólo se mantiene gracias a ella.”

            “Todo ello hubiera sido enlazado con hilo muy fino y habría servido para exponer una filosofía que era ya la mía, la idea heraclitiana del cambio y del retorno.

El cristianismo:

            “Me cuesta creer que Cuadrato confiara en convertirme en cristiano; sea como fuese, se obstinó en probarme la excelencia de su doctrina, y sobre todo su inocuidad para el Estado. Leí su obra; mi curiosidad llegó al punto de pedir a Flegón que reuniera noticias sobre la vida del joven profeta Jesús, fundador de la secta, que murió víctima de la intolerancia judía hace unos cien años. Aquel joven sabio parece haber dejado preceptos muy parecidos a los de Orfeo, con quien suelen compararlo sus discípulos.”

            “Todo eso se parecía mucho a las hermandades que los esclavos o los pobre fundan por doquiera para honrar a nuestros dioses en los barrios populosos de las ciudades.”

            “Arriano compartía estos puntos de vista; pasamos toda una noche discutiendo el mandamiento que exige amar al prójimo como a uno mismo; yo lo encontraba demasiado opuesto a la naturaleza humana como para fuese obedecido por el vulgo, que nunca amará a otro que a sí mismo, y tampoco se aplicaba al sabio, que está lejos de amarse a sí mismo.”

            “Por lo demás el pensamiento de nuestros filósofos me parecía igualmente limitado, confuso o estéril.”

Más mejoras para los de abajo:

            “Griega es la palabra filantropía, pero el legista Salvio Juliano y yo trabajamos para mejorar la miserable condición del esclavo.”

Vuelve el placer pero no el amor:

            “El placer había recobrado su lugar en mi vida; mi secretario Onésimo me servía de proveedor. Sabía cuándo era preciso evitar ciertos parecidos, o cuándo debía buscarlos. Pero aquel amante presuroso y distraído no era amado.”
También le escribe a Marco Aurelio las multimanías de la vejez de un emperador:

            “Mi curiosidad, que antaño me había parecido el resorte mismo de mi pensar, y uno de los fundamentos de mi método, sólo se ejercía ahora en las cosas más fútiles; abría las cartas destinadas a mis amigos, que acababan ofendiéndose; aquella ojeada a sus amores y a sus querellas conyugales me divirtió cierto tiempo. En mi actitud se mezclaba además una parte de sospecha; durante varios días me dominó el terror al veneno, terror atroz que antaño había visto en la mirada de Trajano enfermo,”

            “Secretos, furores, impaciencias salvajes, me dominaban ante las menores fruslerías y las bajezas más triviales, así como una repugnancia de la cual no me exceptuaba a mí mismo.”

            “la canalla filosófica y letrada no me inspiraba ya el menor respeto.”

Un repaso de las religiones y sobre todo la mirada atenta al dios de Israel:

            “Ningún pueblo, salvo Israel, tiene la arrogancia de encerrar toda la verdad en los estrechos límites de una sola concepción divina, insultando así la multiplicidad del Dios que todo lo contiene; ningún otro dios ha inspirado a sus adoradores el desprecio y el odio hacia los que ruegan en altares diferentes.”

Por eso le transmite a Marco que quiso hacer a Jerusalén una ciudad como las demás:

            “donde diversas razas y diversos cultos pudieran existir pacíficamente; olvidaba que en todo combate entre el fanatismo y el sentido común, pocas veces logra este último imponerse.”

Después cuenta el papel de Simeón en la revuelta de los nacionalistas zelotes y los problemas que vendrían después, haciendo Adriano un ejercicio de clarividencia:

            “Un aventurero surgido de la hez del pueblo, un tal Simeón, que se hacía llamar Bar-Koshba, Hijo de la Estrella, desempeñó en la revuelta el papel de tea inflamada o de espejo incendiario.”

            “Destruiríamos a Simeón; Arriano sabría proteger a Armenia de las invasiones alanas. Pero otras hordas vendrían después, y otros falsos profetas.”

            “Cansado de nosotros, el mundo se buscaría otros amos; lo que nos había parecido sensato resultaría insípido, y abominable lo que considerábamos hermoso. Como el iniciado en el culto de Mitra, la raza humana necesita quizás el de baño de sangre y el pasaje periódico por la fosa fúnebre.”

La decadencia de la cultura y el estancamiento de la técnica y la ciencia:

            “Nuestra literatura se agota, nuestras artes se adormecen; Pancratés no es Homero, Arriano no es Jenofonte; cuando quise inmortalizar en la piedra la forma de Antínoo, no puede encontrar un Praxiteles. Nuestras ciencias están detenidas desde días de Aristóteles y Arquímedes; los progresos técnicos no resistirían el desgaste de una guerra prolongada; hasta los más voluptuosos de entre nosotros sienten el hartazgo de la felicidad.”

Dejar hecho el deber cumplido:

            “La caída de Roma, si es que caía, era de la incumbencia de mis sucesores; en aquel año ochocientos ochenta y siete de la era romana, mi tarea consistía en sofocar la revuelta en Judea y devolver a la patria, sin demasiadas pérdidas, un ejército enfermo.”

Los años y la enfermedad:

            “Durante toda mi vida me había entendido muy bien con mi cuerpo, contando implícitamente con su docilidad y con su fuerza. Aquella estrecha alianza empezaba a disolferse.”

            “Mi cuerpo me temía; continuamente notaba en el pecho la oscura presencia del miedo, una opresión que no era todavía dolor pero sí el primer paso hacia él.”

            “Hermógenes acabó por diagnosticar un comienzo de hidropesía del corazón”

La guerra tocaba a su fin:

            “Akiba, que desde el comienzo de las hostilidades parecía haberse retirado de los negocios públicos, se consagraba a la enseñanza del derecho rabínico en la pequeña ciudad de Usfa, en Galilea. Sabíamos que su sala de conferencias era el centro de la resistencia de los zelotes.”

            “Días después Akiba desobedeció el decreto; fue arrestado y ejecutado.”

Pero la enfermedad sigue su curso:

            “Nada se habrá comprendido de la enfermedad en tanto que no se reconozca su extraña semejanza con la guerra y el amor, sus compromisos, sus fintas, sus exigencias, esa amalgama tan extraña como única producida por la mezcla de un temperamento y un mal.”

Vuelta a Roma: la sucesión y la muerte.

            “Y pensaba que sólo dos asuntos importantes me esperaban en Roma. Uno era la elección de mi sucesor, que concernía al imperio entero; la otra era mi muerte, que sólo me concernía a mí.”

            “No tengo hijos, y no lo lamento. Verdad es que en esas horas de cansancio y debilidad en que uno reniega de sí mismo, me he reprochado a veces no haberme tomado el trabajo de engendrar un hijo que me hubiera sucedido.”

            “La mayoría de los hombre notables de la historia tuvieron descendientes mediocres, por no decir peor, dando la impresión de que había agotado en sí mismos los recursos de una raza”
            “Nuestro enemigo había vivido demasiado, y yo quería dejar a lucio una herencia libre de peligros” (la sentencia de muerte de Serviano y de su nieto)

Después Lucio, el que había elegido como su sucesor, tiene una enfermedad grave y muere. Marco Aurelio será el sucesor:

            “Te conocí desde la cuna, pequeño Annio Vero, que por obra mía te llamas hoy Marco Aurelio.”

            “Me preocupé de la educación de ese niño demasiado juicioso, y ayudé a tu padre a elegir los mejores maestros. Vero, el que dice la verdad: me gustaba jugar con tu nombre; tú eres quizá el único ser que jamás me ha mentido.”

            “He hecho lo necesario para que fueras adoptado por Antonino; bajo tu nuevo nombre, que se incorporará un día a la lista de los emperadores, eres desde ahora mi nieto. Creo dar a los hombres la única posibilidad que tendrán jamás de realizar el sueño de Platón: ver reinar sobre ellos a un filósofo de corazón puro.”

            “nombré a Antonino, y pronuncié tu nombre. Había contado con una adhesión unánime, y la obtuve.”

            “pedí que Antonino adoptara asimismo al hijo de lucio, que tendrá en esa forma a Marco Aurelio por hermano.”

            “Al volver a la Villa, y por primera vez en muchos días, sentí deseos de sonreír. Acababa de hacer una jugada maestra.”

            “Ahora podía volver a Tíbur, entrar en ese retiro que se llama enfermedad, experimentar con mis sufrimientos, sumergirme en lo que me restaba de delicias, reanudar en paz mi diálogo interrumpido con un fantasma.”












MARGERITE YOURCENAR. MEMORIAS DE ADRIANO. IV SAECVLVM AVREVM




IV SAECVLVM AVREVM (Edad de Oro) 

El imperio con el mandato de Adriano se estabiliza, hay paz y desarrollo. Descubre el amor en un joven bitinio nacido en Claudipolis: Antínoo. En este capítulo le cuenta Adriano a Marco Aurelio, su experiencia con el amor y también su constante pensamiento sobre la muerte.

Adriano conoce a Antínoo:

            “Un muchacho escuchaba las difíciles estrofas con una atención a la vez ausente y pensativa,”

            “Hice que se quedara cuando se marcharon los demás. Era poco instruido, lleno de ignorancias, reflexivo y crédulo. Conocía yo Claudiópolis, su ciudad natal; logré hacerlo hablar de su casa familiar, al borde de los grandes bosques de pinos que proporcionan los mástiles de nuestros navíos, del templo de Atis situado en la colina, cuyas estridentes músicas amaba, de los hermosos caballos de su país y de sus extraños dioses.”

            “Aquel hermoso lebrel ávido de caricias y de órdenes se tendió sobre mi vida”

El suicidio del filósofo estoico Éufrates:

            “Me pidió que lo autorizara a abandonar mi servicio y suicidarse. Jamás he sido enemigo de la desaparición voluntaria”

            “El problema del suicidio, que habría de obsesionarme más tarde, me parecía entonces de fácil solución.”

Y sobre el suicidio en general y en particular (a la persona que uno ama):

            “me digo que el suicidio no es infrecuente, y nada raro morir a los veinte años. Sólo para mí la muerte de Antínoo es un problema y una catástrofe.”

Otros amores:

            “Mi breve apasionamiento por Lucio sólo me indujo a algunas locuras reparables.”

Su interés por ritos y actividades relacionadas con la magía y la muerte:

            “A la hora indicada bajamos a la caverna sagrada; el joven bitinio se tendió para recibir la sangrienta aspersión. Pero cuando vi surgir de la profundidad aquel cuerpo estriado de rojo, la cabellera apelmazada por un lodo pegajoso, el rostro salpicado de manchas que estaba vedado lavar y que debían borrarse por sí mismas, sentí que el asco me ganaba la garganta, y con él el horror de aquellos ambiguos cultos subterráneos.”

            “Mis frecuentes estadías en Asia Menor me habían puesto en contacto con un pequeño grupo de hombres dedicados seriamente a las artes mágicas.”

            “El cirujano Sátiro me llevó a su clínica para que asistiera a la agonía de los moribundos.”

El miedo de Antínoo a la vejez:

“Espantado ante la idea de la decadencia, es decir de la vejez, había debido prometerse mucho tiempo atrás que moriría a la primera señal de declinación y quizás antes.”

Y su suicidio:

            “Bajé los resbaladizos peldaños: estaba tendido en el fondo, envuelto ya por el lodo del río. Con ayuda de Chabrias, conseguí levantar su cuerpo, que de pronto pesaba como una piedra”

La tristeza de Adriano:

            “se muere a cualquier edad, los que mueren jóvenes son los amados de los dioses. Yo mismo había participado de ese infame abuso de las palabras, hablando de morirme de sueño, de morirme de hastío. Había empleado la palabra agonía, la palabra duelo, la palabra pérdida. Antínoo había muerto.”

            “Amor, el más sabio de los dioses…”

            “no había amado lo bastante para obligar al niño a que viviera. Chabrias, que como iniciado órfico consideraba que el suicidio era un crimen, insistía en el lado sacrificatorio de ese fin; yo mismo sentía una especie de horrible alegría cuando pensaba que aquella muerte era un don.”

            “debió pensar que yo lo amaba muy poco para no darse cuenta de que el peor de los males era el de perderlo.”

            “No sabía que el dolor contiene extraños laberintos por los cuales no había terminado de andar.”

            “Chabrias me llamó una noche para mostrarme en la constelación del Águila una estrella, hasta entonces poco visible, que de pronto palpitaba como una gema, latía como un corazón. La convertí en su estrella, en su signo. Noche a noche me agotaba siguiendo su curso; vi extrañas figuras en aquella región del cielo. Me creyeron loco, pero no tenía importancia.”

            “La muerte es horrorosa, pero también lo es la vida.”

            “La memoria de la mayoría de los hombres es un cementerio abandonado donde yacen los muertos que aquéllos han dejado de honrar y de querer. Todo dolor prolongado es un insulto a ese olvido.”

El entierro:

            “El niño de Claudiópolis descendía a la tumba como un faraón, como un Ptolomeo. Lo dejamos solo. Entraba en esa duración sin aire, sin luz, sin estaciones y sin fin, frente a la cual toda vida parece efímera; había alcanzado la estabilidad, quizá la calma.”





MARGERITE YOURCENAR. MEMORIAS DE ADRIANO. III Tellvs Stabilita

III Tellvs Stabilita; (Estabilizó La Tierra, refiriéndose al gobierno de Adriano, de inscripciones en las monedas acuñadas en su mandato)

Comienza el mandato de Adriano como emperador. Sigue contando a Marco Aurelio su estrategia política.

            “Poco me importaba que el acuerdo obtenido fuese exterior, impuesto y probablemente temporario; sabía que tanto el bien como el mal son cosas rutinarias, que lo temporario se prolonga, que lo exterior se infiltra al interior y que a la larga la máscara se convierte en rostro.”

            “Me acusan de no querer a Roma. Y sin embargo era bella en esos dos años en que el Estado y yo nos probamos mutuamente, con sus calles estrechas, sus foros amontonados, sus ladrillos de color de carne vieja.”

            “La moral es una convención privada; la decencia, una cuestión pública; toda licencia demasiado visible me ha hecho siempre el efecto de una ostentación de mala ley.”

            “Ordené reducir el número de carruajes que obstruyen nuestras calles, lujo de velocidad que se destruye a sí mismo, pues un peatón saca ventaja a cien vehículos amontonados a lo largo de las vueltas de la Vía Sacra

            “Pero Roma, más pesada e informe, vagamente tendida en su llanura al borde de su río, se organizaba para desarrollos más vastos: la ciudad se convertía en Estado.

Las influencias de las religiones, las justas:

            “Me alegraba de que nuestras vagas y venerables religiones, decantadas de toda intransigencia o de todo rito salvaje, nos asociara misteriosamente a los más antiguos sueños del hombre y de la tierra, pero sin vedarnos una explicación laica de los hechos, una visión racional de la conducta humana. Me placía, por fin, que aquellas palabras de Humanidad, Libertad y Felicidad no hubieran sido todavía devaluadas por un exceso de aplicaciones ridículas”

Las Leyes:

            “Tengo que confesar que creo poco en las leyes. Si son demasiado duras, se las transgrede con razón. Si son demasiado complicadas, el ingenio humano encuentra fácilmente el modo de deslizarse entre las mallas de esa red tan frágil. El respeto a las leyes antiguas corresponde a lo que la piedad humana tiene de más hondo; también sirve de almohada a la inercia de los jueces. Las más remotas participan del salvajismo que se esforzaban por corregir; las más venerables siguen siendo un producto de la fuerza. La mayoría de nuestras leyes penales sólo alcanzan, por suerte quizá, a una mínima parte de los culpables; nuestras leyes civiles no serán nunca lo suficientemente flexibles para adaptarse a la inmensa y fluida variedad de los hechos.”

            “Los filósofos griegos nos han enseñado a conocer algo mejor la naturaleza humana; desde hacer varias generaciones, nuestros mejores juristas trabajan en pro del sentido común.”
            “Toda ley demasiado transgredida es mala; corresponde al legislador abrogarla o cambiarla, a fin de que el desprecio en que ha caído esa ordenanza insensata no se extienda a leyes más justas.”

            “En España, cerca de Tarragona, un día que visitaba solo una mina semiabandonada, un esclavo cuya larga vida había transcurrido casi por completo en los corredores subterráneos, se lanzó sobre mí armado de un cuchillo. Muy lógicamente, se vengaba en el emperador de sus cuarenta y tres años de servidumbre. Lo desarmé fácilmente, y lo entregué a mi médico; su furor se calmó, y acabó convirtiéndose en lo que verdaderamente era: un ser no menos sensato que los demás, y más fiel que muchos. Aquel culpable, que la ley salvajemente aplicaba hubiera mandado ejecutar de inmediato, se convirtió para mí en un servidor útil. Casi todos los hombres se parecen a ese esclavo, viven demasiado sometidos, y sus largos períodos de embotamiento se ven interrumpidos por sublevaciones tan brutales como inútiles.”

            “Los pueblos han perecido hasta ahora por falta de generosidad:”

            “Dudo de que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo le cambiarán el nombre.”

La situación de la mujer en el imperio:

            “La situación de las mujeres se ve determinada por extrañas condiciones: sometidas y protegidas a la vez, débiles y todopoderosas, son demasiado despreciadas y demasiado respetadas.”

            “Las mujeres son lo que quieren ser; o resisten a los cambios, o los aplican a los mismos y únicos fines.”

            “Las leyes deberían diferir lo menos posible de los usos; he acordado a la mujer una creciente libertad para administrar su fortuna, testar y heredar. Insistí para que ninguna doncella sea casada sin consentimiento: la violación legal es tan repugnante como cualquier otra.”

El equilibrio entre ricos y pobres:

            “Parte de nuestros males proviene de que hay demasiados hombres vergonzosamente ricos o desesperadamente pobres. Hoy en día, por suerte, tiende a establecerse el equilibrio entre los dos extremos; las colosales fortunas de emperadores y libertos son cosa pasada; Trimalción y Nerón han muerto. Pero un inteligente reajuste económico del mundo está todavía por hacerse.”

            “La anulación completa de las deudas de los particulares al Estado era una medida más osada, pero igualmente necesaria para hacer tabla rasa después de diez años de economía de guerra.”

            “a partir de ahora, todo campo no cultivado durante cinco años pertenece al agricultor que se encarga de aprovecharlo.”

            “Nadie tiene derecho a tratar la tierra como trata el avaro su hucha llena de oro”

            “El apoyo dado a los armadores ha duplicado los intercambio con países extranjeros”

            “lo que importa es que la prosperidad sirva para todos y no solamente para la banca de Herodes Ático o para el pequeño especulador que acapara todo el aceite de una aldea griega.”

            “Uno de mis días más hermosos fue aquel en que convencí a un grupo de marineros de Archipiélago de que se asociaran formando una corporación y que trataran directamente con los vendedores de las ciudades. Jamás me sentí más útil como príncipe”

Recomposición del ejército:

            “Rompí con esas rutinas; mis continuas visitas a los puestos de avanzada eran un medio entre muchos otros para mantener un ejército pacífico en estado de actividad útil”

            “El ejército se convertía en lazo de unión ente el pueblo de la selva, la estepa y las marismas, y el habitante refinado de las ciudades;”

Los gobernantes:

            “Pero la existencia demuestra que a pesar del infinito cuidado en la elección de nuestros sucesores, los Césares mediocre serán siempre los más numerosos, y que por lo menos una vez por siglo algún insensato llega al poder.”

Un emperador viajero:

            “Pocos hombre aman durante mucho tiempo los viajes, esa ruptura perpetua de los hábitos, esa continua conmoción de todos los prejuicios. Pero yo tendía a no tener ningún prejuicio y el mínimo de hábitos.”

            “jamás tuve la sensación de pertenecer por completo a algún lugar, ni siquiera a mi Atenas bienamada, ni siquiera a Roma.”

El brahmán:

            “Una noche, durante una fiesta que Osroes daba en mi honor en la tienda imperial, advertí ente las mujeres y los pajes de largas pestañas a un hombre desnudo, descarnado, completamente inmóvil, cuyos enormes ojos pareciían ignorar aquellas confusión de platos cargados de carnes, de acróbatas y bailarinas. Le hablé, valiéndome de mi interprete; no se dignó a contesta. Era un sabio. Peros sus discípulos se mostraban más locuaces; aquellos piadosos vagabundos venían de la India y su maestro pertenecía a la poderosa de los brahmanes.” … “sus meditaciones lo llevaban a creer que todo el universo no es más que un tejido de ilusiones y errores; la austeridad, el renunciamiento, la muerte, eran para él la única manera de escapar al flujo cambiante de las cosas, por el cual sin embargo se había dejado arrastrar nuestro Heráclito, y de alcanzar más allá del mundo de los sentidos esa esfera de la pura divinidad, ese firmamento inmóvil y vacío con el cual también soñó Platón.”

            “había decidido quemarse vivo al día siguiente.”

            “El brahmán había desdeñado todo aquello. Ebrio de rechazo, se había entregado a las llamas como un amante que rueda en un lecho.”
           
Epícteto:

            “fui a visitar, guiado por una amigo, al viejo Epícteto en su covacha de la Suburra, pocos días antes de que Domiciano lo exilara. El ex- esclavo a quien un amo brutal había roto antaño una pierna sin hacerle exhalar una sola queja, el achacoso anciano que soportaba con paciencia el largo tormento del mal de piedra, me había parecido dueño de una libertad casi divina.”

            “Pero Epicteto renunciaba a demasiadas cosas, y yo no había tardado en darme cuenta de que nada era tan peligrosamente fácil como renunciar. El indio, más lógico, rechazaba la vida misma.”

Delirios de sentirse dios, parte de los dioses del Olimpo:

            “Los delirios si preciso es darles ese nombre, vinieron más tarde. Yo era dios, sencillamente, porque era hombre.”

            “Si Júpiter es el cerebro del mundo, el hombre encargado de organizar y moderar los negocios humanos puede razonablemente considerarse como parte de ese cerebro que todo lo preside.”

            “Lo quisiera o no, las poblaciones orientales del imperio me trataban como a un dios.”

            “Ser dios, en resumidas cuentas, exige más virtudes que ser emperador.”

Astronomía y Astrología:

            “He sido siempre amigo de los astrónomos y cliente de los astrólogos.”

            “Otras veces, los cálculos de la precesión de los equinoccios establecida por Hiparco de Alejandría obsesionaban mis veladas”

            “La Espiga de la Virgen no está ya en nuestros días en el punto del mapa señalado por Hiparco, pero esta variación es el cumplimiento de un ciclo, y el cambio mismo confirman las hipótesis del astrónomo.”

            “El desorden se integraba en el orden; el cambio formaba parte de un plan que es astrónomo era capaz de aprehender por adelantado; el espíritu humano revelaba su participación en el universo mediante teoremas exactos, así como lo revelaba en Eleusis con gritos rituales y danzas.”
            “En el momento en que te escribo, sé exactamente qué estrellas pasan en Tíbur sobre este techo ornado de estucos y pinturas preciosas, y cuáles están suspendidas, en otras tierras, sobre una tumba.”

            “Después de tantas reflexiones y de tantas experiencias quizá condenables, sigo ignorando lo que sucede detrás de esa negra colgadura. Pero la noche siria representa mi parte consciente de inmortalidad.”